jueves, 8 de enero de 2015

Atlético 2-0 R.Madrid: La batalla por el trono real

Ambos ejércitos dejaron a sus mejores soldados en el campamento, a salvo de las posibles heridas de guerra, pensando en una futura batalla más peligrosa.

Los ejércitos del norte, capitaneados por el general Ramos, comenzaron la batalla dando los primeros golpes, que aunque no mortales, fueron dolorosos. El primer aviso recordó al último combate que los caballeros del norte se impusieron en los últimos inviernos; una única derrota, la más dolorosa. En aquella ocasión el general Ramos logró clavar su lanza en el corazón de la retaguardia de los ejércitos del este, consiguiendo así el trono del imperio europeo. Esta vez no fue posible, pero el miedo y el recuerdo volvió a recorrer las mentes aun dolidas de los soldados y ciudadanos del este.

Los golpes seguían llegando del lado norte, aun sin su más grande, fuerte y valiente soldado, el emperador Cristiano, los soldados dominaban el campo de batalla y se aproximaban a la cabeza del general. Poco a poco, los valerosos guerreros del este, siempre bajo las órdenes de su héroe Simeone, empezaron a quitarse el miedo y a despertar a la bestia Griezmann, su más noble luchador en esta linde. Cuando todo parecía igualado, el general Ramos cometió un error difícil de perdonar. El gran capitán del ejército, derribó el caballo del soldado del Reino de Navarra y le puso en bandeja la opción de clavar su espada por primera vez en el estandarte blanco. Sin dudarlo ni un segundo, el soldado del Reino, gran enemigo de los ejércitos del norte, asestó el primer golpe a su rival.

Poco después, y casi sin tiempo para la reacción, el nuevo héroe venido de los poblados amerindias, se alzó a lomos de su fiel corcel para no desaprovechar la oportunidad que le ofreció el coronel otomano Arda. Giménez, tras un gran despliegue de valentía, asestó el golpe definitivo que acabaría con la hegemonía de los ejércitos del norte en estos últimos inviernos, y que dejaría muy tocada la nobleza de su líder romano.

Los ejércitos del este celebraron con un banquete su victoria, pero sabiendo que la próxima semana se producirá la batalla definitiva por el trono real, esta vez en los terrenos del norte.