domingo, 28 de julio de 2013

La educación de los hermanos

Un fin de semana apartado de la ciudad, la tecnología y el estrés da para pensar en muchas cosas, y una de ellas es la influencia que han tenido mis hermanos en mi educación y en mi vida, así como para lamentarme de los que no han podido disfrutar de esta experiencia. Tener un hermano mayor es fundamental para crecer, tener más de uno es maravilloso. Yo tengo dos.

Mis padres siempre han trabajado mucho y eso quiere decir que los hermanos mayores tienen que encargarse del pesado del pequeño en su tiempo libre. Muchas veces fastidiando planes mejores con amigos o chicas, sobre todo en la adolescencia, cuando los demás son simplemente un incordio, aunque yo para mis hermanos siempre era uno más de su grupo. O eso creo.

Mis hermanos son como la noche y el día, como Raúl González y Ronaldinho, como Sabina y Robe, diferentes, pero con muchas cosas en común. A veces estas diferencias eran tan evidentes que no parecían ser hermanos, haber crecido juntos y llevarse apenas dos años. En ocasiones parecían hasta rivales. Pero yo me he aprovechado de esto.

Mi hermano mayor me transmitió su pasión por el fútbol, por el Barça y por nuestro amado Elche. Pasión que creo he superado con una locura que los que están a mi lado a veces no llegan a entender. Con él he vivido la mayoría de partidos en el Martínez Valero, he aprendido como es el fútbol por dentro, he sufrido y he vibrado de emoción.

David, el menor de los dos, me contagió desde muy pequeño su amor por la música. No recuerdo a mi hermano sin un disco o sin un póster en su habitación. Héroes, Extremoduro, Platero, Marea, Offspring... He pasado horas sentado escuchando su música que me ponía una y otra vez. Me enseñaba las diferencias de cada grupo, de cada estilo, de cada historia.

Estas aficiones y enseñanzas se transmitían a su manera de ser y de pensar, y por lo tanto a la mía.

Con uno he sido fan de las sagas de cine más "frikis" como Star Wars, El Señor de los Anillos, Batman, James Bond, mientras que con el otro he podido disfrutar de mis primeros conciertos de rock y he visitado los garitos más chungos.

Aún así siempre me quedará la espina de no haber podido ver el último concierto de Héroes del Silencio o de no haber podido disfrutar del ascenso a primera del Elche junto a ellos.

Me he quedado con todo lo bueno de cada uno, y supongo que con algo de lo malo, pero eso no me importa. Parecerá que no tengo una personalidad definida por las aficiones tan distintas, pero me gusta pensar que soy más rico gracias a ellos.